viernes, 23 de marzo de 2012

También somos lo que dejamos ir.

Somos lo que somos. El cúmulo de decisiones que tomamos día a día.
Somos el color del cepillo de dientes, el libro en la mesita de noche, la foto en la billetera... Todo lo que hacemos o dejamos de hacer a diario; las personas que conocemos, los amigos que escogemos, a las que amamos. Todo habla sobre nosotros.

Día a día tomamos decisiones; escogemos y dejamos ir un sinfín de aspectos de nuestras vidas. Es cierto que somos nuestras elecciones, pero si nos detenemos a pensar, también somos lo que dejamos ir.

Solemos tener un filtro de acuerdo a estándares que nosotros mismos elaboramos o que nos dejamos meter en la cabeza como mensajes subliminales uno tras otro. Filtramos las cosas y a las personas y, algunas veces, nos filtramos a nosotros mismos. Nos dejamos ir. Soy consciente de que lo que haya dejado ir, o a quien haya dejado ir también hace parte de mí. Cada día de mi vida hace parte de mí y me hace ser quien soy hoy.

Si te dejé ir ya no importan las razones. La vida hace que todo fluya y cambie siempre a nuestro favor y aunque nuestros caminos ya no se encuentren, hacen parte de una historia que sólo merece un final feliz.

lunes, 18 de julio de 2011

Intermitente

Tal parece que naciste en destiempo,
reapareces de tanto en cuando cual momento preciso,
eres, aquí vienes y estás, de manera tan fugaz
como si nunca hubieses sido.

Intermitente, intermitente,
cuán estrella de repente
quien sabrá si es olvido
o si brillas incosciente

Desvaneces, sin misterio me tienes
melancólico, tan ambiguo y transparente
como un solsticio de verano
cual certero ahnelo enciendes

Intermitente, intermitente
Brillas, iluminas, enloqueces
Luz extraña, asídua, ermitaña
envuélveme en tu mirada distante,
pero siempre cercana.

jueves, 7 de julio de 2011

Envejecer como se debe

Totalmente de acuerdo con Florence. Comparto este articulo porque lo considero una insignia, que me recuerda que la belleza no se traduce en un rostro y en un cuerpo joven esbelto.



Carta abierta a Amparo Grisales
por Florence Thomas, columnista de EL TIEMPO.


Amparo: hace poco estuve viendo el lanzamiento de la campaña de tu nuevo producto de belleza para conservar la juventud. Estás muy linda, como siempre. Claro, a mis 68 años me pregunté: ¿para qué la eterna juventud? Y luego me di cuenta de que me preguntaría lo mismo si tuviera 40 o 50 años. ¿Qué haría yo con una eterna juventud? Prefiero mil veces mis arrugas, mi piel no tan firme, mis gorditos en la cintura, mis amigas que envejecen conmigo y mis amigos que siguen creyendo que nosotras las mujeres somos las únicas que envejecemos.

Prefiero un cuerpo que esté en armonía con discursos que reflejan experiencias vitales, porque estoy convencida de que es importante la coherencia entre cuerpo y discurso, entre rostro marcado por la vida y por los amores y desamores que dejan huellas inscritas en la memoria. Y me gusta tener, ya desde hace algunos años, el cuerpo y la cara que merezco, este cuerpo en los albores de la vejez que merece mi recorrido vital. Y creo que ningún "revertex", ningún gen o elíxir de la longevidad, ningún polifenol, podrá cambiar esto. Claro, están los cansancios de las noches después de un día lleno de trabajo y de los encuentros con mujeres diversas de este complejo y multifacético país, encuentros en los que son las palabras las que cuentan y no la imagen corporal.

Entiendo que para ti, Amparo, tu cuerpo, como una de tus principales herramientas de trabajo, haya sido y siga siendo importante. Sin embargo, te quiero decir que cuando pienso en ti, lo que me viene a la mente son tus capacidades actorales e histriónicas que hemos visto en decenas de series y películas. Por supuesto, también recuerdo tu belleza, pero no esa que hoy quieres vendernos.

Amparo, creo sinceramente que no has medido el daño que generan para las mujeres colombianas comunes y corrientes todos estos comerciales y photoshops de figuras femeninas de medidas perfectas. Me pregunto por qué seguir alimentando imaginarios que quisiéramos derrumbar, imaginarios que, en lugar de hacernos sentir bien con nosotras mismas, nos obligan a estar atentas a la secular mirada masculina y a depender del saber y del deseo del otro fijado en casi todas las expresiones de la cultura.

Mi cuerpo me pertenece, y cuando digo que me pertenece significa que lo he expropiado a la cultura. Y te cuento una cosa, Amparo: a mí y a muchas de mis amigas no nos gustaría vivir en un mundo lleno de rostros fijados en una falsa y tramposa eterna juventud. Rostros sin expresiones, muslos y nalgas sin historias. Y cada vez más, feministas o no, hemos aprendido a aceptar, asimilar y asumir nuestra edad, nuestros años y las huellas de ellos, estas huellas biográficas que nos permiten leer o adivinar la riqueza de una vida llena.

Afortunadamente, conozco algunos hombres con imaginación que aprecian nuestros años y sus huellas, que prefieren estar en compañía de mujeres cuyos muslos no son tan firmes, cuya piel ya con manchitas y bastantes surcos en la esquina de su mirada, tienen un mundo para contarles y no juegan a parecer lo que ya no son.

Y no lo digo por ti, Amparo, quien muy seguramente también tienes un mundo para contar, un mundo que hubieras podido contar igualmente con un cuerpo no tan trabajado ni tan entregado a los modelos culturales que nos exigen seguir siendo moldeadas, preformateadas e hipotecadas en un esquema que no hace sino manipular de manera perversa nuestras relaciones con los hombres.

Amparo, no compraré tu elíxir de eterna juventud, porque amo mis años, sus huellas, sus enseñanzas y hace tiempo que ya no les temo a los espejos.

* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad

viernes, 6 de mayo de 2011

Clair de Lune

by Paul Verlaine (1844 – 1896)

Votre âme est un paysage choisi
Que vont charmant masques et bergamasques
Jouant du luth et dansant et quasi
Tristes sous leurs déguisements fantasques.

Tout en chantant sur le mode mineur
L'amour vainqueur et la vie opportune
Ils n'ont pas l'air de croire à leur bonheur
Et leur chanson se mêle au clair de lune,

Au calme clair de lune triste et beau,
Qui fait rêver les oiseaux dans les arbres
Et sangloter d'extase les jets d'eau,
Les grands jets d'eau sveltes parmi les marbres.

lunes, 11 de abril de 2011

El viejo Deivi



Me llamo Deivi Estiven Baluarte, pero mis llaves me dicen guerrero. Tengo 14 años y ya soy todo un empresario. No es que esté fantochando, pero la vida me ha dado palo y yo le he puesto el hombro y pa' lante.
Viví con mi papá hasta los 10, cuando decidí abrirme y hacer mi vida. Cuando tenía 8 años mi mamá le dejó una nota a mi viejo y no supimos más de ella: "Mijo me devuelvo pal monte. Trato y trato y no me acostumbro. No se preocupen que si no regreso en unos días, es porque eso está candela por allá por el rancho y a penas mejore la cosa, vuelvo pronto." Al principio no lo creí, porque mi mamá no sabía ni leer ni escribir, pero luego de hablar con la vieja Sara, supe que no volvería.
Y nunca volvió.
Nos habíamos venido pa la ciudad por muchas razones que no quiero contar. Solo digamos que en la ciudad es más seguro. Ella nunca se acostumbró. Decía que ese aire a cacho y ese ambiente nos iba a matar, pero al final de cuentas fue ella.
Cuando la cosa se puso pesada, mi papá me dijo: "mijo, ya usted es un hombre, tiene que colaborar con la casa" y así fue. Así que me metí en el negocio del cine. Hoy en día vendo mas o menos unos 20 mil pesos semanales de bus en bus, de calle en calle, de casa en casa. Tronco 'e billullo viejo men.
Cuando mi papa empezó a tomar conocí a Salina, la pelá más hermosa que había visto. Estaba parada en el parque, bolsa de dulces en mano, esperando al bus, cuando le grité: "oye! abrete del parche que esta es mi zona" y a penas se me alzó, en medio de gritos, me di cuenta que ella sería mi mujer. Hoy, cuatro años despues, somos socios.
Sí. Ya sé lo que están pensando, pero la vida no es como muchos se la pintan. Por lo menos ya soy independiente. Ya no le tengo que pagar plata a nadie por cada "Dividí" que venda. Si me va bien este año, montaré un carrito 'e perro en el parque para poder darle mas cosas a Maicol, nuestro pelaito.
No me preguntes sobre mis sueños. Desde chiquito vivo olvidándolos. Solo sé que gente como yo nunca los alcanza... si ni siquiera de noche en mi cambuche, menos despierto.

lunes, 21 de marzo de 2011

Burbuja

La búsqueda de uno mismo no es sencilla, pero la meta tampoco es imposible.

La mayoría de las veces no comprendemos que las cosas pasen de una y no de otra forma. Quizá sea porque vivimos en nuestra gran burbuja, llena de deseos que creemos imprescindibles.
De repente un día te despiertas y todo se viene abajo y sientes que la vida te atrapa en el vacío. Es en este punto cuando quiere que te des cuenta.

Siempre, de alguna forma, la vida misma se encarga de sacudirnos. Esa es simplemente su maravillosa forma de decirnos: por qué? Y cuando llegas a esa pregunta, finalmente empiezas a dilucidar cuáles son en realidad tus más profundos anhelos, escondidos y aplastados por los fantasmas de ideologías; de lo infundido, lo plasmado, lo moldeado.
Cuando estás en la burbuja, se hace más difícil despejar el camino. Para ello es preciso darnos un voto de confianza, manteniendo los ojos bien abiertos frente a las señales que se nos van dando.

Aunque muchas veces no nos guste lo que vayamos viviendo y observando, hay que aceptar que nada es perfecto y que por alguna razón -y aunque no la entendamos en ese preciso momento- estamos en este punto y que, a pesar de cuantas veces hayamos tropezado, tenemos el privilegio de estar aún aquí con algo de camino por recorrer, aprendiendo cosas nuevas y, sobre todo, tropezándonos, para finalmente, poder entender.

lunes, 14 de marzo de 2011

Presentimiento

Hoy me levanté energúmera, al oir un gigantesco estrépito. Di un salto en mi cama y completamente exaltada, noté al abrir la puerta de mi cuarto que todo afuera se encontraba de revés.
Lo había presentido. La noche anterior me había acostado a la 1:30 a.m de la madrugada, con una presión en el pecho; con el leve presentimiento de que algo andaba mal, pero no sabía exactamente qué y, extrañamente, mientras me envolvía finalmente el sueño, lloré.

Hoy al abrir esa puerta, observé estupefacta el destello de la imagen abominable. Era un reflejo que se desvanecía en la pared, lánguido y triste, susurrándome que no existe, que no es más que un cuento inventado, que el tiempo pasa y la vida es un delirio en la distancia, que ya sea tarde.

Tarde para qué? Me pregunto cuando ya solamente queda una marca borrosa en el fondo de la pared. Me acerco lentamente a ella, percibiendo un halo de melancolía. De dónde vienes? le pregunto en lo que se desvanece completamente, mientras la leve brisa mañanera me susurra al oído... viene de tí.